¿Qué le pasa a una persona ciega cuando toma LSD?

Las drogas psicodélicas pueden producir alucinaciones que causan experiencias similares a la sinestesia, en el que un estímulo sensorial de un tipo produce una experiencia involuntaria en otro sentido. Por ejemplo, oír puede desencadenar una percepción "visual" de sabores o colores. El LSD es conocido por producir una sinestesia audiovisual transitoria, pero en las personas ciegas, uno de esos sentidos está ausente.

Blue Pentagon, un hombre ciego de nacimiento que tocaba música de forma amateur desde niño, tomaba un tipo de LSD llamado Blue Pentagon por su forma y color, fumó grandes cantidades de marihuana tras los 40 años y experimentó con mescalina y psilocibina (hongos mágicos). En su testimonio nos explica que, aunque tomaba droga desde joven, el LSD era con la que se sentía más conectado, experimentando a través del oído, tacto, emociones pero nunca visualmente.

Expresa que era diferente a soñar. A diferencia de en el sueño, sabía claramente que estaba despierto, aunque en un territorio desconocido. Cuando oía música, sentía que se sumergía en una bella cascada, una experiencia mayoritariamente táctil. Este efecto se limitaba en concreto al concierto de Brandenburgo nº 3 de Bach. Describe que podía oír los violines tocar en su alma y encontrarse en un monólogo de una hora alternando tonos de voces. El LSD le proporcionaba tridimensionalidad a la música, oyéndolos profundos y retrasados, como si se desligara. Sentía como resonaba en su mente, como si la música permaneciera en ella mientras escuchaba las nuevas notas, como un bucle. Percibía que se entendía mejor a sí mismo, a la gente y la música que oía. Reparaba que su mente no podía contener más información. Cuenta que, de camino a casa de un amigo, tocó un árbol y se sintió increíble, como si fuera un árbol del bosque o la selva. Caminaba sin percatarse de su peso, como si corriera a tal velocidad que volara.

También percibía el habla ajena como distorsionada, pudiendo oír las palabras individuales, reconocer que era su propio idioma pero no entender su significado, como si lo hubiera olvidado y no tuviera sentido. Esta afasia es común, pero suele asociarse con la estimulación visual, no recordando el nombre o función de los objetos, pero sabiendo usarlos.

Al tacto, todo se sentía aterciopelado. Tampoco podía, o al menos no sabía si lo hacía, cerrar las manos con tanta fuerza como quisiera. Al combinar el LSD con la marihuana y tocar varias caras, además de la suavidad de su piel, notaba los ojos, naríz y boca distorsionados. También sentía como el tiempo se estiraba y tardaba mucho en hacer ciertas cosas.

El consumo de LSD provocaba que sus pensamientos fueran más profundos. Bajo su influencia, soñaba en prosa. Los lugares no eran importantes y rara vez sabía dónde estaba. Solo recordaba los sonidos y sucesos del sueño. Con el LSD, no siempre podía dormir, pero de hacerlo, sus sueños eran extremadamente detallados, ocasionalmente en un idioma muy shakesperiano y, normalmente, eran más dudaderos.

A diferencia del LSD, con los hongos la experiencia no era tan rica y se dormía sin notar mucho el efecto. Con la mescalina, se notaba más contemplativo y más consciente de sus pensamientos, siendo muy consciente de que la sustancia le estaba alterando la mente. Los hongos y la mescalina controlaban sus pensamientos. En general, aunque tenía experiencias táctiles y olfativas, la sonoras eran las más destacadas.

Finalmente, dejó los alucinógenos en 1975 porque estaba comenzando a aislarse y comenzaba a preocuparse de lo que decía la gente sobre él. Por último, dejó el cannabis en 1993 cuando comenzó a jugar ajedrez competitivo.

En resumen, la experiencia nos cuenta la ausencia de alucinaciones visuales, la calidad e intensidad de la experiencia y la capacidad de las drogas psicodélicas de producir sinestesia temporal, afasia sensorial y distorsión de la percepción temporal entre sujetos ciegos.

Fuente:

  • Dell'Erba, S., Brown, D. J., & Proulx, M. J. (2018). Synesthetic hallucinations induced by psychedelic drugs in a congenitally blind man. Consciousness and cognition60, 127-132.
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