Si se necesita recurrir a una guerra ridícula, la primera opción es la de los emús. Hay otras opciones, como la del cubo o la del cerdo y la patata. Sea cual sea la opción elegida, no se espera una trifulca de este nivel con Napoleón.
Cualquier representación de brujas que se precie debe mostrarlas mencionando los ingredientes de sus pociones mientras rodean un gran caldero negro. Los componentes de la fórmula magica suelen ser elementos dignos de un restaurante con estrella Michelín, como el ojo de tritón o las patas de rana. La primera escena del acto IV de Macbeth es el mejor ejemplo de ello: